Diócesis de Chiclayo
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ESCUDO DEL OBISPO

Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo


ESCUDO EPISCOPAL DE MONS. GUILLERMO ANTONIO CORNEJO MONZÓN


Por: P. Fidel Purisaca Vigil

LA SAGRADA FAMILIA

Es el modelo de espiritualidad, de virtudes cristianas para todas las familias del mundo y de la Iglesia. Muestra la unión entre sus miembros. Quize que esté la Sagrada Familia, María con el Niño Jesús y San José en su año.

MANOS SALIENDO DE LAS CADENAS

Representa a los hermanos que necesitan romper las cadenas para liberarse de todo lo que impide el encuentro con Dios y la felicidad que conlleva ser discípulo del Señor. También, de acuerdo a mi cercanía y cariño hacia nuestros queridos hermanos que perdieron su libertad.

PAREJA DE ANCIANOS

Nos muestran la solidaridad y apoyo a los más débiles, que el amor para toda la vida existe y que son reflejo del amor de Dios. Ellos representan a todos los humildes, sencillos, olvidados, enfermos por el Covid 19.

EL AMANECER

Cada amanecer significa la esperanza que el Señor nos brinda, porque da vida a un nuevo día para cada uno de nosotros, a un nuevo sol, a la ilusión de que el mundo será mejor. Nuestra naturaleza nos debe invitar gracias a Dios, vivir una vida con fe, con caridad, con esperanza.


Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.


Por: P. Fidel Purisaca Vigil

Hace pocos meses que Su Santidad Francisco nombró Obispo de Chiclayo a Mons. Robert Prevost. Diversos han sido los acontecimientos que como Iglesia local se han ido desarrollando en este corto tiempo. Nos aprestamos a celebrar un año más la Fiesta de Corpus Christi, que públicamente se viene celebrando en la ciudad de Chiclayo desde la década del 70. Ahí expresamos, de distintos modos, nuestro culto de adoración a Jesucristo Eucaristía, presente en las especies sacramentales del plan y del vino. Él se queda con nosotros haciéndose alimento, realidad viva de amor que se hace expresivamente en la vida de todos nosotros. Quienes conformamos la Diócesis, hemos de agradecer a Dios porque nos da Pastores que nos ayudan a seguir testimoniando el verdadero amor de Cristo en los hermanos. A este propósito, evocaba la imagen del Escudo episcopal de nuestro Obispo de Chiclayo, en el que se aprecian las palabras latinas escogidas como lema episcopal: “In Illo uno unum”. Estas palabras provienen de un sermón de San Agustín (Enarrationes Salmo 127) y son una abreviatura de la afirmación de Agustín: NOS MULTI in illo UNO UNUM: a pesar de que los cristianos somos muchos, “en el único Cristo somos todos UNO”. Monseñor Robert Prevost eligió este lema para afirmar que el Obispo está llamado a promover la auténtica unidad entre todas las personas, y que esta unidad sólo puede llegar a ser realidad cuando tenemos comunión en Cristo. Nuestra iglesia enseña que la Eucaristía es la “fuente y culmen” de la vida cristiana. La Eucaristía influye toda nuestra vida. Es la fuente que nos permite vivir el gran mandamiento de Cristo: amar a Dios completamente y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. La Eucaristía nos lleva a una comunión más profunda con Dios y con nuestro prójimo. En su hermosa Exhortación sobre la Eucaristía, el Papa Benedicto XVI describió el nexo entre la comunión eucarística y la comunión de las personas. Escribió: “La comunión tiene siempre y de modo inseparable una connotación vertical y una horizontal: comunión con Dios y comunión con los hermanos y hermanas. Las dos dimensiones se encuentran misteriosamente en el don eucarístico. “Donde se destruye la comunión con Dios, que es comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, se destruye también la raíz y el manantial de la comunión con nosotros. Y donde no se vive la comunión con el Dios Trinitario”. (Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis n.76). Todo aspecto de nuestra vida se redefine con un nuevo brillo y claridad, un nuevo significado y capacidad mediante la Eucaristía. Esta es la verdadera maravilla de la Eucaristía, que no solo nos transforma, sino que Cristo transforma también lo que hacemos en comunión con otros. En la Eucaristía vivimos una “nueva creación” en nuestra vida y de “todo el orden creado”. Cristo puede entrar a la cultura y crear una civilización, la que San Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI llamaron una “nueva civilización del amor”.